Veracruz, la inspiración de Oceransky

El Premio Nacional de Artes y Literatura de México 2019 ha construido espacios escénicos en la capital veracruzana y en la CDMX

Por Patricia Rodríguez

Xalapa, Ver.- Abraham Oceransky se convirtió en un referente del teatro en México, y un icono de la cultural de una ciudad como Xalapa, a la cual – dice- jamás abandonará “mientras lo quieran aquí”.

El Premio Nacional de Artes y Literatura de México 2019 llegó a Xalapa hace varias décadas, proveniente de la Ciudad de México. En la capital veracruzana se encontró a sí mismo y se mantuvo fuera del ruido mundanal.

“Me vine a Xalapa y aquí he encontrado eso, el poder estar conmigo más tiempo. En este tiempo que llevó aquí y que ya son muchos años, he podido superarme, ahora, sé más que antes… Yo pienso seguir aquí. Pienso, seguir aquí hasta que me quieran”.

El amor de Oceransky por Xalapa lo llevó a crear y generar diferentes espacios escénicos en la “ciudad de las flores”, como también se le conoce a la capital veracruzana.

“Algunos son muy buenos y otros muy ricos, otros, muy famosos; pero a mí se me dio el sueño de llenar a Xalapa de espacios, de ser modelo de que sí se puede. No necesitas poner dinero, sino, simplemente, que lo puedes hacer”, asegura.

Parece, muy sencillo, dice a la distancia, pero no… El hombre de 77 años conoce seres dentro del teatro que no han hecho ni una butaca en toda su historia, “nada”.

En la Ciudad de México construyó la Carpa Alicia y el Teatro El Galeón, después, en Xalapa se encargó de edificar el primer espacio escénico de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana, luego hizo uno que se llamó Estudio Cuarto T, después el Teatro La Libertad y ahora le apuesta a un nuevo espacio que se llama simplemente La libertad.

Egresado de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) del INBAL, Oceransky es un promotor incansable del arte, dramaturgo y de productor de más de cien obras y numerosos programas de televisión; también es autor de puestas en escena que son referencia del arte mexicano, como Las dos Fridas y El diario de Frida Kahlo, y maestro de nuevas generaciones de actores.

Año con año, el actor realiza un festival de teatro independiente en la capital de Veracruz con la participación de puestas en escenas internacionales y locales. Y lo hace con voluntad y gestiones, sin recursos económicos.

“Traigo a Xalapa a gente de diferentes partes del mundo, de Europa, Asia, Sudamérica, lo hago ver fácil, a veces, cosas que la institución no se atreve hacer yo las hago. Por ejemplo, anualmente hago un festival con cero centavos, solamente, con la ayuda de mis amigos”.

Rockero por vocación, hace una alusión a Los Beatles: “con una pequeña ayuda de mis amigos y la fe como la palabra dice, creer en ti mismo se pueden hacer muchas cosas”. Así, continúa, se podrá hacer cultura y mantener a la gente comunicada.

El maestro aprovecha para hacer una crítica a las nuevas tecnologías de la información que, afirma, “incomunican”. Ve un montón de habitaciones ocupadas por hombres y mujeres viendo la pantalla.

“La cultura no quiere decir, cosas excelsas, sino, mantener a la gente comunicada porque eso es una de las cosas importantes en la civilización”, define el dramaturgo.

Eso, añade, es lo que quiere hacer en Xalapa, un espacio comunicado, sin violencia:

“Creo que, todos podrían vivir muy bien, cada quien, en sus intereses, podría ser un país muy rico, podríamos amarnos todos mucho, podríamos jugar con nuestros amigos, pero, eso no está pasando y por eso quiero hacer aquí en Xalapa… ayudar al sueño de la posibilidad de que el ser humano sea más feliz”.

Foto: Identidad Veracruz

Un niño solitario y muy creativo

“Fui un niño muy imaginativo, tuve una infancia maravillosa. Tengo recuerdos de infancia, siempre, jugué solo. Me gustó mucho jugar solo y además soy un niño que nace en diciembre”, rememora Oceransky a sus 77 años de edad.

Atribuye su infancia solitaria a la fecha de su nacimiento: 4 de diciembre, era temporada de vacaciones y en su cumpleaños nunca había niños. Pero se convirtió también en la época más divertida, asegura.

“El tiempo solitario de esas vacaciones, por ejemplo, se volvían muy entretenidos para mí porque podría ser con mi tiempo y con los niños vecinos podía jugar, pero, más mi juego solitario porque había cosas que a mí me gustaba hacer y a los otros niños no les gustaba hacer, no lo conocían”.

Al pequeño Abraham le gustaba dibujar, leer y hacer travesuras y sus amigos eran “serios”, pues les iba mal en casa si contravenían las reglas.

“Era un niño dispar, me gustaba estar solo porque hacia cosas que nadie hacía; me gustaba espiar, jugar en la azotea. Tengo memoria, por ejemplo, allá por los años 50, posiblemente, antes de los 50, no tengo bien la fecha porque estoy seguro de que todavía no iba a la escuela”, relata.

Foto: Identidad Veracruz

 

Foto: Iveth Morales

 

Foto: Iveth Morales
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